viernes, 18 de mayo de 2007

La morbosidad como miseria humana


¿Somos morbosos? En resumidas cuentas, en Tesis, Ángela es una estudiante de cine que está preparando su trabajo final de la carrera y elige la violencia en las películas como el tema a desarrollar. Además, en la universidad donde estudia descubre un negocio de películas snuff, que es donde se mata a gente de manera real. Pero lo interesante, además de la historia, es también cómo está contada y los tiempos que se manejan.

El comienzo de la película marca el ritmo con el que la trama se va a desarrollar. La imagen en negro genera ansiedad en el espectador, que quiere ver pero no puede. ¿Es una metáfora de la morbosidad de la gente? La voz en off que advierte “señoras y señores, atención”, no hace más que sugerirle a quien va a ver el film que no puede perderse nada y que debe estar muy atento para poder seguir el hilo.

Otro detalle para no dejar escapar de este sustancioso comienzo es la intención de la protagonista por acercarse a la persona que fue arrollada por el subte. El suspenso aumenta hasta hacer latir de manera muy fuerte los corazones cuando está por verse a la víctima. Pero cuando Ángela está a un paso del cadáver, la imagen cambia a otra escena. Con esos cortes juega el director, Alejandro Amenábar.

El relato está contado para que el espectador tenga, en principio, una idea y después vaya cambiando de opinión a cada rato. Lo que intenta su director es que el público confunda las características de los personajes. Que no sepa de entrada quién es el “bueno” y quién es el “malo” de la historia.

Un párrafo aparte merece Chema, el estudiante a quien la protagonista conoce, y el que se va a convertir en su fiel ladero. Evidentemente, tiene el morbo a flor de piel, ése que Ángela tanto esconde y teme enfrentar. Por eso se transforma en su complemento perfecto.

“¿De qué color son mis ojos?”, repite Bosco cuando intenta seducir a Ángela y, por varios tramos, lo consigue. Porque no sólo ella está confundida, sino que el espectador tampoco parece saber quién es quién en la historia. El suspenso aumenta y disminuye constantemente, generando una especie de asfixia, de agobio en el público, sensaciones que también padecen los protagonistas.

“Hay que darle al público lo que quiere ver”, asegura el profesor Castro en un momento de la película. Quizás, en base a esa definición como una suerte de leiv motiv, Amenábar haya decidido cómo realizar su trabajo.

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